Viajes - Nicaragua

Una semana después de la Cuidad de México, viene Nicaragua. En la vida me imaginé que iba a conocer Nicaragua. No era un destino al que yo hubiera elegido ir. Pero una amiga me había dicho que era su lugar favorito en el planeta – entonces no había razón para la cual dudarlo. Otra vez, el destino me lleva a tener que trabajar allá, y con un poco de ganas termino en un pueblo surfero llamado San Juan del Sur.

Nicaragua, Junio 2017 - Ya me había partido la barba 

En San Juan del Sur (SJDS) la cosa fue salvaje. La primera noche nos quedamos en un hostal que tenía una rana adentro del cuarto. También teníamos que hacer safari por la selva para llegar a las playas escondidas de SJDS. Había monos en los árboles y el lodo de las carreteras de tierra te hacen dudar si vas a llegar dentro de la caja del pick up donde te llevan. En general yo realmente me sentía muy bien ahí, húmedo y todo, pero a mí me encanta eso de usar poca ropa.

Las playas fueron preciosas, unas abiertas e interminables con poca gente, otras cerradas pequeñas con muchas piedras. En todas había olas… y aprendí a surfear. También me gané una apertura en la barbilla que casi hace que me desmaye del pensamiento de tener que ir al doctor por puntos en un pueblo en donde el pelo oxigenado, las chanclas y la ropa sucia, son la norma. Tam hizo surf como una hora, lo que dura su clase, ni más ni menos. Yo por otro lado intenté seguir surfeando, porque en el deporte siempre he pensado que la práctica hace al maestro. Pero después de 4 horas dentro y un pequeño break, decidí volver al mar, esta vez me despisté un poco y la tabla me hizo perder el foco un segundo. Me acomodé la mandíbula que es donde me pegó la tabla y seguí surfeando. Después de un rato, me dio comezón en la barbilla, y cuando me la toqué sentí un hoyo que no era normal. Luego volteé y me vi la camiseta de surf un poco manchada y me salí del agua. El safari no venía por nosotras hasta como en 3 horas. Me lavé, me puse una curita y una suiza me dio apoyo emocional. Tam no es muy buena con las heridas. Yo tenía nauseas de pensar en el futuro y de cómo iba a terminar mi cicatriz.

Nicaragua, Julio 2017 - Tam esperando a que la señora de la farmacia me curara

Luego, con curita en barbilla y todo, nos cambiamos de sitio y terminamos en un lugar muy raro. Mágico. La gente estaba ahí porque quería, eran voluntarios. La sensación era que ibas a pasar el rato a la casa de su tío, que se las había dejado a cuidar. Muy cómico todo, eran músicos argentinos en su mayor parte, pero también estaba una abogada chilena, una ingeniera química y una madre joven de 3 hijos. Todos y cada uno de ellos estaban encontrándose a sí mismos y creo que éste era el sentimiento de espiritualidad y magia que se sentía en el ambiente. Todos habían dejado sus vidas pasadas para buscar una nueva. El resto del viaje fue muy ameno, conocimos a mucha gente de otras partes del mundo y todos eran muy amables. Dos de las chicas que trabajan en el “hotel” pasaron un día con nosotros en playa Hermosa y al día siguiente se vinieron con nosotros a Managua y durante el camino escuchamos música popular Argentina.

Nicaragua, Junio 2017 - El segundo hotel

Ya en Managua, todo salió bien, pero tenía potencial de que no saliera bien. Uno de los sustos fue cuando decidimos salir caminando a la tienda cercana, como a una milla de distancia. Ahí sentí la cultura machista latinoamericana. Era increíble cómo se nos quedaban viendo, como si nos quisieran matar después de violarnos. En el camino nos ofrece un tuk-tuk un ride a la tienda. Los tuk tuks estos son unas motos con asientos detrás con un toldo que cubre el sol. Le decimos que no, pues queríamos ejercitarnos un poco, pero a nuestra respuesta él contesta, con mal tono, que entonces tuviéramos cuidado “con los violadores”.

Creo que tanto yo como mi amiga traíamos pantalones cortos y esto como lo aprendimos, es muy provocador tanto para algunos latinos como para los marroquís… Aquí las opiniones de cómo debemos vestir variarán mucho. De hecho, mi amiga y yo tenemos opiniones opuestas. Ella dice que no podemos cambiar lo que somos para que se pueda normalizar la libertad de vestir como uno guste. Yo por otro lado, creo que la normalidad es un límite del pensamiento que varía mucho de lugar en lugar. Así que si esta gente cree que ponerse pantalones cortos y caminar sola por la calle es provocación, igual no lo hago, porque no me vale la pena arriesgarme por querer darles una lección de libertad. No de esa forma.  En Marruecos, la chicas van con el yihab bien puesto, y solamente las extranjeras visten diferente, así que igual ponerse un pantalón corto e ir con escotazo no es lo suyo, simplemente por lo que me hace sentir que me vean, me chiflen y me griten cosas. Quizás no son capaces de hacer nada y el riesgo es solamente una percepción exagerada, pero la sensación es muy fea y no vale la pena.

Tuve que cuidarme mucho la herida de la barbilla y al final no quedó tan mal. Pero creo que ha quedado un tic nervioso por saber que está ahi y me la toco mas de la cuenta. Realmente quería estar bien para cuando volara a Portugal y surfeara en sus playas. Vaya chiste!! ni me pude meter al agua de tan exageradamente fría que estaba.

En el siguiente post hablo de la llegada a Paris y de aventura en Portugal acompañada de mi hermanita! 

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