Viajes - España Parte II: Cádiz

Listas para emprender nuestro viaje al sur, nos pasamos por la escuela para funcionarios públicos en donde trabaja la tía Covi en Sevilla. Súper bonita, llena de azulejos y una que otra palmera. Muy árabe. Es realmente increíble el legado que tuvieron los moros en el Sur de España… los españoles fueron conquistados por los árabes y estuvieron ahí mucho tiempo. Creo que muchos de nosotros los mexicanos siempre vemos a los españoles como nuestros colonizadores y casi no vemos mas allá, pero me intriga la idea de que muchos de nosotros traemos sangre árabe. Definitivamente me quedo con el descubrimiento de la existencia de esa época en la historia de España, como una de las cosas que más me impactaron en este viaje. La presencia de la “mezquita cristo de la luz” en Toledo, resume el sentimiento.

No nos fuimos de Sevilla sin que una bruja que tenía el carro destrozado lo destrozara un poquito más al darle un golpe a nuestro pequeño Fiat por detrás. Fue un show, pero como traíamos seguro de todo para todo, no nos puso muy nerviosas. La tía Covi salió a salvarnos y después de un intercambio de ideas de no muy buena gana por ambas partes, aprendimos que la bruja tenía un restaurante mexicano. Me fue imposible no compartir mi camaradería y desearle suerte con una sonrisa en la cara. Ese seguro de carro hizo que este tipo de cosas no tuvieran efectos negativos y que muchos miedos o riesgos se eliminaran durante el viaje, fue una gran idea.

Sevilla Julio 2017 - Yo y la tía Covi 


El sur de España simplemente tiene otro ritmo que el norte, otro feeling. O sea el sur de España me parece muy latinoamericano. Las chavas se pintan mucho en el sur, en el norte no. En el sur son religiosos y todavía hacen como que van a misa, pero en Madrid o el norte nunca tuve la urgencia de tener que acompañar a nadie a misa. Tanto el sur como el norte tiene playas muy bonitas y hace mucho más calor en el sur que en el norte.

En Cádiz nos quedamos en un pueblo llamado Vejer de la Frontera, en un hotel que se llamaba buena vista. El pueblo está en lo alto, en un cerro y el hotel está en una de las partes más altas de ese lugar. Es un pueblo blanco, chiquito, con calles pequeñitas y peatonales llenas de restaurantes y mesas fuera. La gente toma mucho, fuma mucho y come muy pero muy bien. Cada día íbamos a una playa nueva – a veces a una cala entre las montañas, a veces a playas abiertas e interminables. En España las mujeres andan topless, costumbre que me parece genial para no quedar con marcas de sol por todos lados. En algunas playas andar topless es lo mínimo y la gente camina al perro de un lado al otro de la playa en bolas. Se ven muchas cosas en España y el agua se siente muy bien con menos ropa. Lástima que estaba realmente fría y uno no se puede quedar allí dentro mucho tiempo.

Vejer de la Frontera, Julio 2017 - La vista desde el Buena Vista Hotel

De la comida no puedo decir suficiente. Por la mañana caminábamos a alguno de los restaurantes cercanos frecuentados por las señoras y señores del pueblo, íbamos por una tostada de tomate (pan blanco con tomate rallado), café y jamón ibérico. En alguno de los días ya sabíamos que nos íbamos a encontrar con las mismas señoras y no dudábamos en intercambiar algunas carcajadas con ellas. Después salíamos de Vejer en nuestro Fiat, bajando por esas curvas pronunciadas por las que subíamos al pueblo e íbamos alguna playa distinta todos los días. No repetimos ni una playa y ni un restaurante.
 
Cadiz Julio 2017 - La cala del aceite y  el día que la marea se comió las toallas

Comimos alguna vez en estas cosas que los españoles llaman “chiringuitos” que son como restaurantes/bares en la playa. El de la cala del aceite me pareció genial. Comimos ensaladilla rusa con pulpo, tomamos vino y yo trabajé un poco desde ahí mientras que Tam platicaba con una de sus mejores amigas que estaba de vacaciones en Cádiz. Se pasaron tanto tiempo en el agua que Tam se enfermó. No es broma que el agua del mar en España es muy fría.

Luego también comimos calamar relleno en un lugar que rastreamos en la mente de Tam porque no estaba en sus planes, pero en donde tuvimos que acabar por no poder más con el hambre. Es genial que esta sea una enciclopedia de restaurantes con patas. Comimos súper bien otra vez y unos de esos días subimos a tomar algo a un restaurante en lo más alto de Vejer, en donde se veía el atardecer precioso. No me acuerdo si hacía frío ahí o si es que lo asocio con un atardecer igual de precioso en Sintra, Portugal – en la tierra de los castillos. Por dos meses y medio me dediqué a perseguir atardeceres y rodearme de gente que los apreciara. Resultó ser una tarea muy enriquecedora.


Vejer de la Fontera, Julio 2017 - Un bar en lo alto y el atardecer 


Otro día manejamos lo que a mí me pareció una eternidad para ir a comer Atún en Zahara de los atunes. Ahí aprendí que el atún tiene muchas partes y que una parte puede saber súper diferente a la otra aunque estén una enseguida de la otra y aunque por fuera parezca una sola pieza. Por ejemplo, ese día comimos morrillos y mormos, ambas partes se encuentran en la cabeza del atún y una es más maciza y carnosa, y la otra tiene mucha grasa entreverada en la carne. Obviamente no podía faltar la botella de vino blanco, como en cada una de estas comidas.

Y así nos pasamos los días en Cádiz, yendo a la playa, rastreando algún restaurant que valiera la pena a menos de una hora de distancia y caminando por las callecitas de Vejer. Una noche decidimos salir de verdad – y terminamos oyendo flamenco en directo en dos bares, uno arriba del otro. Cuando llegamos a la barra del primero, nos pareció que el bar tender era muy guapo, pero lo más raro es que había posters de un chico igual de guapo por todo el restaurant, pero no era él… pero se parecían mucho. Cuando me fijé un poco en el poster vi que decía: “con amor para mi papá” Atte: El niño. Tam y yo juntamos las pistas y decidimos preguntarle a uno de los bar tender que sí que eran del niño. El señor nos contestó muy orgulloso que él era el padre del niño y que el bar tender más joven era su hermano. Y así terminamos, en el bar de un artista español en Vejer de la Fontera oyendo flamenco en directo.

Vejer de la Frontera, Julio 2017 - Flamenco No. 2, abajo de bar del niño

A Tam se le olvidó el pasaporte y estaba enferma. Y entonces casi cancelamos nuestro viaje a Tánger. De todas maneras, no teníamos los boletos del ferry, aunque si teníamos nuestro muy barato hostal en la Medina (sabiendo eso pueden imaginarse como vivimos Tánger). Algunas personas nos dijeron que no valía la pena ir a Tánger, otras pensaban que Tánger iba a ser como otros lugares en Marruecos que ya son muy turistas y poco auténticos. Pero tenía demasiada ilusión por ir a Tánger, después de todo lo he leído mucho en libros y ¿quién no ha visto ese episodio de Anthony Bourdain? Creo que uno de esos días hablé con mi papá o me acordé que me había dicho que tenía que intentar ir, así que presioné un poco a Tam para que tratara de conseguir su pasaporte y que fuéramos. Realmente creía que no era algo que nos podíamos perder.

En resumen, pocas cosas en la vida han despertado mis sentidos como Tánger. Les cuento en el siguiente post.  

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